Gracias.
Es lo primero que debo decir en este artículo. Gracias a toda la gente que ha convertido la exposición “ORFEO
SOLER Anatomía del alma” en un proyecto
realmente gratificante y productivo para quien escribe estas líneas.
No soy yo, el Comisario de la exposición, el que debe juzgar si el hilo
conductor quedó claro, si las obras de Orfeo (al que le debo mucho por ser tan
grande) estaban bien colocadas o si transmitían todos esos mensajes de expresión, dolor, oscuridad y luz que han acompañado a este joven genio durante
toda su vida personal y artística.
El resultado del trabajo bien hecho es ver cómo la gente
se sorprende, disfruta y descubre al
mirar las obras de arte expuestas el día de la inauguración. Ver también como
los visitantes te aplauden y se sienten
felices al haber aprendido cosas nuevas
después de una visita guiada. Y aún más: ver al público disfrutar al observar
al valiente artista que se atreve a realizar in situ
una de sus creaciones frente a los casi setenta asistentes que abarrotaban la
sala de conferencias de la Casa Bardín.
No
es frecuente que el público que asiste a un diálogo entre crítico y artista pueda recibir una clase magistral
“práctica” y realizar un viaje real por
la historia del arte. Observar a Orfeo
Soler realizar su dibujo, desde la línea renacentista, oscureciendo luego su
obra tal y como se hacía en el Barroco, manierizándola después…explicando su
proceso y llegando luego a la deconstrucción, como reflejo del siglo XXI, fragmentando una figura idealizada a priori y borrando algunos
trazos que parecían perfectos. Eliminados
de algún modo porque el mundo de hoy no es ideal, no es perfecto.
Vivimos tiempos difíciles, hay cosas que parecen perfectas y no lo son. Lo entendemos cuando los elementos que hay entre bambalinas salen a la luz. El mundo es cruel en ocasiones, maravilloso en otras, como en el arte de Orfeo soler.
Al
realizar un recorrido por las dos plantas que componen “Anatomía del alma” podemos
percibir la figura humana sometida a todas las posibilidades del dibujo. Sus
volúmenes han sido realizados con la técnica precisión y sensualidad de la que
sólo eran capaces los grandes maestros.
Pero hay algo más: sus figuras, de impecable definición clásica
adquieren de repente un aire contemporáneo basado en la técnica y el
dramatismo.
Los héroes mitológicos que aparecen en sus cuadros, los torsos o incluso los retratos son definidos para sufrir después un intenso proceso de deconstrucción, partiendo de motivos figurativos para acabar plasmando abstracciones llenas de luz y espiritualidad.
El
dolor, la violencia, la enfermedad y en definitiva la angustia del héroe que
lucha contra la adversidad son también signos propios de las pinturas de Orfeo
Soler. Por este motivo somete sus obras a grietas, heridas o perforaciones que
las transforman y las dotan de un lenguaje lleno de expresión. Muchas de sus
pinturas pueden parecernos oscuras y dramáticas, como consecuencia de las
difíciles experiencias vitales que ha tenido que atravesar el artista, pero
también se acercan a lo luminoso, como prueba de haber alcanzado la esencia de
lo místico, de convertirse en un ser
ígneo, como ocurre en Óxido, de 2003.
Son
muchas cosas las que se pueden decir de la obra de Orfeo Soler, pero lo mejor
es ir a la Casa Bardín, sede del Instituto Alicantino de Cultura Juan
Gil-Albert, y observar detenidamente las
obras del artista. Cada una de ellas tiene una historia detrás, una puerta de
entrada y otra de salida que nos llevan a un eslabón más profundo del
conocimiento. No es una exposición para
observar arte sin más. Es una muestra para
encontrar, descubrir y conocer.
Para
acabar, de nuevo gracias, gracias mil a todos los que han disfrutado de este
proyecto y gracias a todos los que han estado y estarán en el futuro. Y gracias
a gente como Helena Sainz, uno de esos descubrimientos personales que le hacen
a uno sentir que realmente el arte puede servir para mejorar nuestro mundo. Prueba de ello es el texto que Helena escribió
el día posterior al diálogo entre artista y comisario. GRACIAS.
Paco
Linares Micó.
Comisario
y Crítico de arte
Texto realizado por Helena Sainz, profesora del Instituto
Cervantes de Londres, en su diario, tras
presenciar la conversación entre artista y comisario:
Construir una bella
imagen y a continuación destruirla, sin que se destruya la
memoria de la imagen, la memoria que es la esencia entre el orden y el caos,
entre el ser y el no ser.
Estaba yo viviendo en
carne mortal, en viva carne la sensación de mi integración y mi posterior
desintegración, o de mi desintegración para una integración que no fuera
pura virtualidad. Y sentía que algo malo había en mí, algo malo que propiciaba
lo bueno, lo auténtico y por lo tanto, lo eternamente bueno, ya que sin verdad,
nada es bueno ,pero para esa verdad, había antes que destruir lo construido ,y
sentirse medio malvada en esa destrucción ,dolorosa y violenta ,aunque dócil y
sumisa .Pero todo esto, esta experiencia no tenía aún nombre, hasta que ayer se
lo pude dar, es LA ANATOMÍA DEL ALMA, es la vida física del alma, y por ello a
ORFEO SOLER, el autor de este Titulo y de las pinturas que
alrededor del nombre lo ilustran, me atreví a preguntarle si él pensaba que la
construcción y la destrucción era la dialéctica o la fuerza de la vida, si era
así la vida y me respondió que absolutamente. Sí, se lo pregunté en la charla que
hubo en la Casa Bardín, sede del Instituto Alicantino de Cultura Juan
Gil-Albert, entre el Comisario Paco Linares y el artista Orfeo Soler, ayer 31
de agosto de 2012 en la ciudad Alicante.
Orfeo Dibujó ante el
público la perfecta imagen de una línea clásica, luego le dio la forma el
volumen y la pasión de lo barroco y a continuación dio el salto gigante hasta
hoy día, y artísticamente destruyó el magistral dibujo, a base de una tinta que
dejó caer sobre ésta. Pero al destruirlo lo construyó en vida pura, en lo que
la vida es y sobre todo, la que estamos viviendo hoy en día. Al fondo quedó la
memoria quieta de la imagen estática.
Hoy siento que he
comprendido lo que yo estaba viviendo en mí misma, y en lo que se está viviendo
en la actualidad, esto de un final que anuncia un principio, en la memoria de
que fuimos y que hemos de destruir para llegar a lo que seremos; proceso
doloroso y muy doloroso, al tiempo que nos seduce con un dulce dolor de
enamoramiento a una utopía-proceso del milenio, del que somos conscientes en
mayor o menor grado, de acuerdo a nuestra mayor o menor conciencia.
Me
pareció estupenda y acertada la idea del Comisario, Paco Linares, en la cual Orfeo Soler nos dibujara una
imagen y luego nos la desdibujara, ya que las preguntas de Paco y el coloquio
posterior se implicaron en la imagen que Orfeo dibujó, construida y destruida
y… salvada.
Alicante, 1 de agosto de 2012.
Página en el diario de Helena Sainz.