Son muchas las exposiciones que he
visitado a lo largo de mi vida. Y muchas más las que espero me falten aún por ver. Si hoy, pudiese retroceder en el
tiempo, y elegir una exposición
cualquiera celebrada a lo largo de la historia, en cualquier lugar del mundo, a la que pudiese asistir, no sería otra que Periplo
imaginario: una gran exposición antológica organizada en el prestigioso
complejo museístico Santa María della Scala de Siena, para celebrar la obra del
Maestro Pratt, a los diez años de su muerte.
En palabras de Umberto Eco: “Si Hugo Pratt
hubiera sido sólo el autor de las acuarelas recogidas en la exposición Periplo imaginario, ello bastaría para dedicarle por lo
menos un párrafo en la historia del arte. Pero el riesgo es que alguien,
fascinado por las imágenes prodigiosas de esta exposición, admita que Pratt fue
un gran artista sólo porque fue un buen pintor, y casi a pesar de su militancia
en el universo del cómic. Sin embargo, Pratt ha sido un gran artista sobre todo
como narrador en el formato historieta, a pesar de que muchos sigan pensando
que los tebeos sean una categoría menor del arte. Fue un genial narrador
verbo-visual”.
Periplo imaginario recogió -entre acuarelas, dibujos, apuntes
en tinta china y planchas originales de tebeos- unas 350 piezas del autor
italiano que, en 1967, dio la vida a Corto Maltés, el romántico y solitario
marinero medio gitano y medio irlandés que muy pronto se convirtió en una
leyenda del mundo de los tebeos. Corto es, sin duda, la punta más visible del
iceberg de la obra de un autor traducido a 19 idiomas, que vende anualmente
unas 200.000 copias entre cómics y publicaciones varias y -no sólo según Eco-
se eleva a la dignidad de relevante referencia del arte figurativo del siglo
XX.
La biografía de Pratt, que no tiene mucho
que envidiar a una aventura de Corto, ayuda a entender la cuestión. Hugo Pratt
nació el 15 de junio de 1927, en Rímini, en una casa frente al mar. Lo de
Rímini fue casual: sus padres estaban allí de vacaciones. Pero lo del mar, no,
porque su familia residía en Venecia: de todas formas, Pratt hubiera nacido
cerca del mar. Era su destino.
Por las venas del Maestro Pratt corría sangre inglesa, francesa,
española, judía y turca. Su familia se consideraba fundamentalmente apátrida y
él vivió en la ciudad de los canales hasta los 10 años, cuando su padre,
militar, fue destinado a Etiopía. Allí empezó el excepcional periplo que le
llevó a ser, contra su voluntad, marinero de la Repubblica de Saló (el bando
italiano fascista durante el final de la II Guerra Mundial), a ser desertor,
traductor para los aliados y prisionero de los alemanes. Ya después de la
guerra, vivió 10 años en Buenos Aires, dos en Londres, ocho en Italia, 14 en
París, y 11 en Lausana, donde murió el 20 de agosto de 1995.
Por si no fueran suficientemente significativos los lugares de su
residencia, se puede añadir que toda su vida estuvo constantemente llena de
viajes, reales o de los que "no tienen nada a que ver con los
kilómetros", como solía decir.
Corto Maltés, en definitiva, es una mezcla de aspectos de personas
reales conocidas y de personajes literarios, una reelaboración de vivencias y
de pasiones literarias. Y los lugares en los que se desarrollan sus aventuras
son en gran parte los destinos de los viajes de Pratt filtrados a través de las
reminiscencias.
Decía Patricia Zanotti, amiga intima, colaboradora de Pratt
durante la etapa final de su vida y comisaria de Periplo imaginario: "La memoria y el instinto eran los
elementos dominantes a la hora de empezar una historia". Nunca le vi
empezar una aventura de Corto con un guión ya escrito. Decía que lo único que
hacía falta para empezar a contar una buena historia era un buen final".
Para todos aquellos que en su día no
pudimos visitar Periplo imaginario
aún nos quedan otras oportunidades, una
de ellas hacerse con el catálogo de que aquella muestra, no es difícil, lo
edita actualmente Norma Editorial y se puede encontrar en cualquier librería.
Quien no tenga suficiente con esta
excelente recopilación de la obra de Pratt aún puede aspirar a algo más:
estamos de enhorabuena, pues por fin se ha publicado en castellano la única
obra autobiográfica firmada por el creador de Corto Maltés:
Hugo Pratt: El deseo de ser inútil. Editorial Concluencias. Colección Apeninos 2.
Una deliciosa obra que recoge, a través de
conversaciones con Dominique Petitfaux, sus recuerdos y reflexiones. No hay
formato electrónico, me siento obligado a decirlo, que pueda superar la textura y placer que
genera este libro en las manos del lector.
Mi total y absoluto agradecimiento a la
editorial Confluencias, porque han hecho que hoy tenga entre mis manos un libro
que con el tiempo se convertirá, si es que no lo es ya, en un objeto de
culto.
Creación artística en estado puro: en 1972 Jean Claude Forest y Joseph Gillain retaron a Hugo Pratt y Jean Giraud (Moebius) a realizar una historieta con solo tres viñetas y cuatro onomatopeyas. Este fue el resultado:
Paco Linares Micó