Hoy comienza el 42º Festival Internacional de Cómic de Angulema. Desde
1974 esta pequeña ciudad francesa ha hecho de la historieta su signo de
identidad.
Un total de 62 álbumes compiten en alguna de las categorías del
festival, de las cuales 35 lo hacen en la Sección Oficial, entre ellas el álbum
He visto ballenas (Astiberri), de
Javier de Isusi, único español seleccionado en esta categoría con su obra sobre
el conflicto de ETA,
y que hace años nos llevó de viaje por América Latina con
la serie de los viajes de Vasco, una reminiscencia de Corto Maltés que recorre
tierras latinoamericanas en busca de su amigo Juan. En el apartado de serie
negra participan también Antonio Altabarriba y Keko, guionista y dibujante de Yo asesino (Norma editorial), ambos
conocidos sobradamente en nuestro país por su amplia trayectoria y
reconocimientos. Esta tarde recibirán el Gran Premio de la Crítica, que por
primera vez en la historia irá a parar a una obra de autores españoles.
El cómic, por fin
considerado como obra de arte a la altura de las demás. Y para ello constato la
importancia y reconocimiento de nuestros autores nacionales, capaces de
maravillarnos y hacernos vibrar con sus obras.
La novela gráfica es ya
un fenómeno internacional que se cuenta entre los pocos verdaderamente
creativos de nuestro tiempo. Si la comparamos con la literatura, vemos como
ésta es en muchos casos víctima de los mecanismos del mercado: modelos que se
repiten una vez tras otra en estos años de globalización. Abundan los ejemplos
de ficción como falsa invención, y no como construcción de un imaginario
realmente adecuado a nuestras necesidades contemporáneas de narración y
reflexión y que en muchos casos producen el adormecimiento de la inteligencia,
la conciencia y el sentimiento.
Hoy en día, al menos
bajo el criterio de quien escribe estas líneas, son pocas las formas expresivas
que hacen alarde de una vitalidad comparable con la del tebeo de autor o la ilustración, que ha vuelto a alzar las
banderas que la pintura había dejado caer. No podemos decir que el tebeo de
autor este en competencia con las galerías de arte, sino con la literatura y
con la narrativa, y es precisamente por eso por lo que los grandes editores han
empezado a recuperar el cómic como forma de arte y edición, pese a que siempre
ha habido reductos de buenos libreros que han mantenido la existencia del
género en sus estanterías.
Como forma artística,
el cómic tiene la posibilidad de explotar su territorio específico (la página y
las planchas) mediante el signo, y no sólo con la palabra, con la construcción
de guiones intrépidos que a menudo están en deuda con un género, pero saben
sacudirlo de la cabeza a los pies como no es capaz de hacerlo la literatura,
por la propia esencia de sus medios (y porque hoy en día la escritura es más
difícil de practicar que nunca, debido a lo condicionada que está por el
mercado). El cómic puede hacerlo gracias a la libertad que otorga la imagen,
que puede insertarse en un contexto gráfico desregulado o con nuevas reglas,
gracias al color o al blanco y negro contenido o más expandido.
2014 fue el año de una
gran noticia en el mundo del cómic, se hizo público el anuncio de que Juan Díaz Canales (Blacksad) y Ruben Pellejero
(Dieter Lumpen o Lobo de lluvia, entre otras obras maravillosamente dibujadas)
resucitarán en octubre de este año a nuestro añorado Corto Maltés. Dejando de
lado los debates sobre si serán o no dignos sucesores de continuar la obra del
Maestro Pratt, pienso que sí, lo importante es que volveremos a encontrar al
marino solitario y romántico regresando con su velero por aquel puerto
desde el que nos dijo hasta luego.
Gracias a Miguelantxo
Prado por Trazo de tiza, a Javier de
Isusi por La pipa de Marcos, a Felipe
Hernández Cava por la de Trilogía de Lope
de Aguirre, a Paco Roca por El faro,
a Rubén Pellejero por introducirnos en sus viñetas, a Antonio Altarriba por el Arte de volar, y de paso porque no,
también gracias a los editores que siguen creyendo, hoy más que nunca en este
género, gente como Paco Camarasa, Edicions
de Ponent, que hace nuestra vida más fácil con sus maravillosas ediciones.
Para acabar, unas palabras
de Hugo Pratt:
“Un creador de cómics puede ser bueno o malo,
pero, en cualquier caso, su trabajo me parece comparable al de un novelista. En
un cómic también se trata fundamentalmente de contar una historia, lo que a
menudo conlleva saber manejar el tiempo. Cada viñeta puede ser una secuencia.
Son los códigos los que difieren. Para mí es evidente que el cómic es una forma
particular de literatura. Si tuviera que definir mi actividad, diría que soy un
escritor que dibuja y un dibujante que escribe, en este caso incluso si el
texto sólo consiste en el imprescindible diálogo. En mi cabeza, el texto y la
imagen van siempre a la par.
El poeta griego Alceo dijo, a propósito de
una concha, algo así: “Hija de la piedra y de la espuma de mar, con tu belleza
conquistas el corazón de los niños”. Todo está dicho ahí. No hay manera mejor
de describir una concha. Para mí, en este momento el grafismo parte de la
necesidad de un trazo para llegar al imperativo de la palabra.
Así nacen las viñetas”
Paco Linares Micó