domingo, 27 de octubre de 2013

DESTINO CRUZADO: El gesto como protagonista


     Explicaba Elena Sainz en uno de sus textos que en una ocasión se encontró con un punto, una pequeña visión de la realidad que no pretendía otra cosa que pertenecerle. Por mucho que ella evitase ser propietaria absoluta de ese punto, siempre acababa entendiendo que debía ser suyo, pues no era un punto cualquiera, era el suyo propio: su punto de vista del mundo, de la vida, de la existencia.


     Cuando entendió la importancia que este punto tenía para ella no concibió otra cosa que compartirlo con todo aquel que lo quisiera conocer. Y fue así como poco a poco, fueron cobrando sentido esas visiones suyas con las que se encontraba cada día al salir a la calle.


     Elena Sainz observa el mundo como un ser invisible que habita en un castillo transparente, en compañía de su punto de vista. Desde ese recinto inadvertido observa desde su ventana, sin renunciar a la mirada infantil, obteniendo así impresiones depuradas que le ayudan a entender todo aquello que se encuentra a su alrededor.


     ¿Dónde radica pues el sentido de estas miradas suyas al mundo que la rodea? Para ella, la vida sin su punto de vista no es vida, sería como estar encerrada en una celda sin espejo. Elena depende de nosotros, receptores de sus dibujos para que éstos cobren sentido. Solo compartiendo su punto de vista es como sus creaciones adquieren su verdadera razón de ser.



     Todos sus dibujos, realizados con pluma japonesa que moja en tinta de gelatina, adquieren verdadero significado cuando el resto de los mortales los observamos, quedando atrapados en el laberinto de ideas que transmiten sus personajes. Cuando dibuja   a una señora londinense, le está dando vida; con su paraguas, sus zapatos puritanos de atrevida Inglaterra, dejando entrever su pelo, que asoma bajo un sombrerito. Esta señora es así porque la ha dibujado Elena, es un dibujo suyo, pero si no llega a los demás, esta buena señora inglesa no alcanzará a existir jamás. Tal fue la afirmación de la artista en una de nuestras maravillosas conversaciones: “Yo dependo de mi punto y de vosotros, con quienes necesito compartirlo”. 


En 1986 Elena Sainz recibió un encargo de su hermano Javier: ilustrar un libro de cuentos. La ilustración es una mezcla de dibujo y literatura, hecho que viene como anillo al dedo a quien escribe con el dibujo  e ilustra con las palabras. Y fue precisamente a partir de esta fecha, dibujando de forma literaria, como fue creando su propio estilo, siempre a partir de series, la última de ellas la que da título a esta exposición: Destino cruzado. Elena suele dibujar siempre con un instrumento más apto para la escritura, y no es éste un acto en balde, sino una verdadera declaración de intenciones: utilizando una pluma japonesa propia de la escritura, nos presenta personajes y mundos llenos de significado, propios de su percepción y sus vivencias. Cuando recibió aquel encargo por parte de su hermano, Elena ya estaba plenamente integrada en la vida londinense. Empezaba a gestarse por aquel entonces el hilo conductor que irá desarrollando durante toda su trayectoria artística. En aquella época trabajaba en la Embajada española y algunos años después comenzaría a dar clases de español y literatura en el Instituto Cervantes de Londres.



El largo período que pasó en la capital inglesa sirvió a Elena para entender a fondo y desde dentro la cultura inglesa. Su particular visión de aquellos años queda plenamente reflejada en las exposiciones que fue realizando en centros de arte tan ilustres como Canning House, el Hampstead Museum o el Brent Museum. Bajo títulos tan sugerentes como Oniria o Fools in love-Ilusos e ingenuos enamorados. Aquellas muestras indicaban de forma clara su talento y peculiar mirada, ese punto de vista, solo suyo, que compartía con todo aquel que admiraba sus dibujos. Muchos de los rostros que aparecían entonces en sus creaciones eran lo que ella entendía como faceless, sin expresión, algo fácil de vislumbrar en el código de conducta inglés: no exteriorizar a priori los sentimientos, dejar patente ese aspecto interior de la conducta británica tan contrario en ocasiones al español. Aunque ese carácter inglés, aparentemente más tímido, pero enormemente enriquecedor y abierto para quien sigue profundizando y buscando en él, contrasta con la expresividad y extroversión de la cultura mediterránea. Es este uno de los elementos principales que Elena podrá contrastar al regresar a España, convirtiéndose en el germen de Destino cruzado: Londres y Alicante, donde disfruta ahora de su retiro mediterráneo, tras haber llevado durante muchos años una vida plenamente inglesa. Ambas ciudades son por tanto dos caminos que convergen en un punto, que se cruzan y se complementan.



El recorrido de las obras expuestas constata una clara diferencia entre la interiorización británica latente en sus dibujos ingleses y la espontaneidad y expresividad más radical de los realizados en Alicante. Como ella misma dice, expresar expresiones, ya sean faciales o corporales. Cuando Elena llega a su nueva ciudad capta rápidamente, a través de su mirada curiosa, que la forma de vida de la gente es muy exterior. En su amado Londres no se suele hablar enseguida de lo personal, menos aún a desconocidos, ni se suele mostrar el estado de ánimo a través de gestos o muecas. Por ello, las caras de sus dibujos ingleses suelen ser más estáticas y apagadas. No hay demasiado énfasis emocional, aunque sí encontramos una fuerte carga de romanticismo. Al regresar a España, Elena queda fascinada por la fácil lectura del rostro de las personas con las que se cruza por la calle, por ello decide emprender una serie de obras con el gesto como protagonista. En otros casos lleva a cabo escenas con un marcado carácter surrealista, que en ocasiones adquiere incluso un aire filosófico. A través de esquemáticos y fragmentados dibujos representa pequeñas historias vitales, expresiones faciales y situaciones cotidianas capaces de hacernos suspirar, sonreír o incluso soñar.





     Un aspecto diferenciador en los dibujos de Elena Sainz es la aparición de la ironía. El análisis de sus escenas y de sus personajes, incita siempre a nuestra curiosidad, por ello, y para preservar sus dibujos de interpretaciones que limiten su sentido, suele recurrir a motivos que, sin ser cómicos, sí pueden resultar irónicos. De este modo, podemos encontrar en esta exposición algunos relatos dibujados en los que el visitante puede llegar a construir su propia historia.


Son muchas las referencias artísticas y culturales que ha ido amasando Elena a lo largo de toda su carrera, desde Cecil Collins a Frida Kahlo, pasando por Paul Klee o Federico  García Lorca, aunque considero necesario resaltar la figura de Jean Cocteau, como prototipo de artista integral: poeta, dibujante, director de cine o coreógrafo. Esta mención es importante para constatar que todo el conjunto de su obra es producto de una vasta cultura. Suele decir a sus amigos que le seduce la idea de ser atleta, más concretamente del atletismo intelectual, basado en acrobacias vitales, ya que tres han sido las disciplinas que ha mantenido siempre en el aire: la docencia, la poesía y el dibujo. Es la última de éstas la que más nos interesa en esta ocasión, pues aún englobando a las otras dos de forma indirecta, fue el dibujo lo que se convirtió en su gran placer, porque como ella misma dice: “no voy a permitir que esta  vida me amargue la existencia”.

     


Paco Linares Micó



martes, 15 de octubre de 2013

Manuel Blázquez. Metáforas visuales de la sociedad actual.


¿Cuál es la diferencia fundamental entre ciencia y arte? Copérnico demostró que Ptolomeo estaba equivocado. Einstein hizo lo propio con Galileo. Lo que yo me pregunto desde el arte es lo siguiente: ¿Por qué Goya con su obra no demuestra ni necesita demostrar que Velázquez estaba equivocado?
Eduardo Chillida
 Triptico de Vergina
No es raro encontrar en el arte de nuestros días propuestas que partan del ámbito científico para desarrollar después tesis que defiendan lo formal como algo característico de la plástica contemporánea. Fue esta una de las líneas de actuación que llevó a cabo Eusebio Sempere a finales de los años 60 en colaboración con el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. A través de sus trabajos realizados con computadoras desarrolló el binomio entre arte y tecnología. Ya en pleno siglo XXI, Olafur Eliasson utiliza la tecnología y el uso del laser mediante programación informática para trabajar el papel, obteniendo como resultado un libro de artista que refleja 454 perfiles diferentes de su vivienda particular.

La propuesta de Manuel Blázquez, valenciano afincado en Creta,  refleja la premisa  de partir de la ciencia, aunque utilizando una técnica de corte manual que bien podría salir de un  ordenador, pero eliminaría el toque personal  de la obra. De este modo,  como demuestra Eduardo Chillida con sus preguntas, obtiene un resultado, a veces indefinible,  que acaba por diferenciar el arte de la ciencia.


La serie Tríptico de Vergina, viene a ser una propuesta artística de difícil clasificación. El  conjunto se compone de tres piezas minimalistas que podrían partir del libro de artista, pero que se acaban pareciendo más al objeto escultórico o a la arquitectura. Utilizando el corte y vaciado del papel como origen de su proceso creativo,  el artista se enfrenta a una estructura compuesta por folios de gran tamaño, uno encima de otro. La pila puede variar en su altura, entre 800 y 1500 hojas, mostrando de forma variable un cubo rectangular blanco y neutro.

Del mismo modo que el escritor se sitúa frente a la hoja en blanco, ante la inmensidad envolvente del papel níveo, la estructura invade al artista, desde su desnudez blanca y absoluta, envuelta y rodeada  por el espacio. A partir de ese momento empieza el buen hacer de Manuel: sus experiencias vitales combinadas con su pericia creativa lo llevan a realizar un vaciado progresivo dentro de un marco o perímetro pensado previamente. De este modo va realizando líneas de corte en cada uno de los folios, eliminando fragmentos de éstos de forma sucesiva, de abajo a arriba, dando lugar a una estructura escalonada que asciende progresivamente hacia su creador. Mediante ese proceso de vaciado que conlleva el corte transversal de cada folio transformará e introducirá  el espacio del objeto original, dotándolo de vida.



Acabado el proceso de tallado, las tres piezas que componen la serie  adquieren un nuevo significado. La primera ofrece un corte horizontal, la segunda vertical y la tercera en diagonal, asumiendo esta última una mayor complejidad en su elaboración. El espacio interior creado es consecuencia y al mismo tiempo origen del volumen compositivo exterior. Al envolver con el marco los espacios interiores de la estructura, consigue definirlos y hacerlos visibles a los ojos del observador.
Hay dos elementos clave para percibir y entender el Tríptico de Vergina en toda su amplitud. Por un lado el color blanco, que para el artista lleva en sí mismo la neutralidad que requieren sus piezas para transmitir el espacio creado en toda su pureza. Y por otro, la relación de esta serie escultórica con la monumentalidad arquitectónica, y más concretamente con los templos funerarios. Vergina es el nombre de la ciudad dónde se ubica tumba de Filipo II, gobernante de Macedonia y padre de Alejandro Magno. Este mausoleo, en su sentido descendente y misterioso guarda una clara relación con las obras del artista, en las que deja ver reminiscencias del mundo funerario, como una introspección espiritual. Desde lo vasto hacia lo mínimo, las tres estructuras reducen  su sentido hacia una especie de entrada. Se trata de una falsa puerta que no llegamos a alcanzar, aunque está siempre dentro de ese espacio concreto, limitado a la forma esencial y básica, como ocurría también en  algunas de las ideas del minimalismo.

Cierto es que la arquitectura antigua está patente en la obra de Manuel Blázquez, pero no debemos olvidar que se trata un creador del siglo XXI. Partió pronto de Valencia para vivir en diferentes lugares del mapa europeo, entre ellos Francia , Italia, o Grecia. A través de sus viajes y el buen hacer artístico ha conseguido que sus propuestas guarden una clara relación con la actualidad: la escalinata situada a los pies  del Arco de La Défense en Paris, es también un claro reflejo y referente de las influencias de Manuel y de ese mundo que lo rodea, que nos envuelve a todos. De este modo, con su obra Manuel nos muestra un viaje, en el tiempo y en el espacio, desde la antigüedad hasta la actualidad. Situando siempre, como punto de partida, una entrada misteriosa hacia algún lugar… ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Hacia dónde vamos? Metáforas visuales de la sociedad actual.



Paco Linares Micó

jueves, 3 de octubre de 2013

DEL BISONTE AL PHOTOSHOP PASANDO POR EL LÁPIZ


Todo arte verdadero guarda relación con la persuasión a la que somos sometidos cuando nos enfrentarnos a un objeto o concepto que se precia como artístico tras su representación. ¿Cómo sabemos que algo es artístico? En ocasiones no lo sabemos, sencillamente lo reconocemos.
Hace algunos días tuve la ocasión de visitar el yacimiento arqueológico de Atapuerca, en la provincia de Burgos. Era una asignatura que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Durante una de las visitas guiadas que complementan la didáctica del yacimiento, un muchacho nos mostró una representación de cómo se crearon las primeras manifestaciones artísticas realizadas por el hombre. Nos mostró entre otras,  representaciones de animales, aprovechando las formas de la roca. También realizó a modo de símil, acciones en las que los primeros homínidos dejaban la huella de su mano, ya fuese en plano positivo o negativo.
Todo esto hizo que de repente que mi mente dejase a un lado la visita guiada y  comenzase a viajar en el tiempo, desde esas primeras representaciones rupestres hasta los grandes ilustradores de la actualidad. Cuando imagino representado el bisonte de Altamira como origen de la creación artística, con más de 20.000 años de antigüedad y lo comparo con un marino frente al mar dibujado por Hugo Pratt en 1985, tengo la misma sensación: la de saber que estoy frente al misterio del arte en todo su esplendor. Tanto el bisonte, como la idea de nostalgia que transmite el marino son ilustraciones que me llevan a la percepción plena de lo artístico. ¿Por qué? Sencillamente porque las reconozco como tales.

Aunque no haya sido ni mucho menos el más reconocido, el campo de la Ilustración es uno de los géneros artísticos más ricos que ha dado la historia de la creación humana, el recorrido es inmenso. En esta ocasión dejaremos de lado todo lo que queda en medio. Este viaje comienza en la prehistoria, pero daremos un enorme salto hasta el siglo XXI, concretamente a una parada llamada Ilustradores Españoles Contemporáneos:



CARMEN ORTIZ (Barakaldo, Vizcaya, 1971)

Poseedora de un estilo limpio y detallado, Carmen Ortiz realiza ilustraciones de un marcado realismo, basadas en el retrato. Trabaja siempre con grafito, adoptando para sus obras conocidos rostros del cine, la música o la moda. Suele representarlos haciendo especial énfasis en sus miradas.



Austera en el color y con un profundo manejo de la psicología del ser humano, Carmen Ortiz se presenta al mundo como una gran retratista contemporánea, capaz de transmitir la personalidad en un simple gesto, unos ojos o una sonrisa camuflada de ironía.



DAVID PINTOR (A Coruña, 1975)

La Society for News Design ha llegado a premiar algunos de sus numerosos trabajos para La Voz de Galicia. Desarrolla una obra repleta de metáforas, de sensaciones y personajes con sentimientos, de un realismo discreto donde lo cotidiano se congela, la soledad aparece y se hace treméndamente bella o hiriente.










ELENA ODRIOZOLA (San Sebastián, 1967)

Trabaja con acrílico, tinta y lápiz, siempre con un manejo suave y poético del color, sin estridencias ni explosiones emocionales.








GABRIEL PACHECO (México, 1973)

Desde 1998 ilustra principalmente en España. Crea atmósferas oscuras que en ocasiones resultan oníricas y claustrofóbicas. Con un uso del color muy reducido busca elementos de imágenes inciertas, una especie de fotografías inciertas.









JAVIER JUBERA GARCÍA (Logroño, 1982)

Trabaja con minuciosidad todas sus piezas, sean del tamaño que sean. Según sus palabras, su estilo es “puro y verdadero”, con una estudiada planificación, donde la composición y la línea son el eje central. Lleva a cabo sus creaciones con diferentes técnicas: aguatinta, litografía, aguafuerte, digital o lápiz.







MIGUEL NAVIA  (Madrid, 1980)

Es sin duda alguna un creador con un estilo cinematográfico, a buen seguro por sus colaboraciones  en story boards y diseño de producción para cine. Se define como un entusiasta del género negro y afirma que éste suele aparecer a menudo en sus ilustraciones. Representa momentos cotidianos o extraordinarios, donde el detalle se perfila en la arquitectura de los edificios. Utiliza el blanco y negro como esencia y un trazo muy definido.










MONICA GUTIÉRREZ SERNA  (Mexico, 1967)

Lleva casi toda su vida trabajando en España. Su estilo va desde el expresionismo abstracto al conceptual, utiliza la fotografía, el collage y el dibujo, pero su trabajo y el proceso creativo son claramente pictóricos.







En la actualidad entendemos a los Ilustradores como unos seres dotados de grandes habilidades en lo que se refiere a la utilización del lápiz, de la tinta, del gouache o del collage… también del gráfito o del Photoshop y por supuesto de la acuarela. Las obras que acabamos de ver reflejan  algunas de las técnicas actuales que utilizan estos artistas, solo algunas. Imposible citarlas todas. También imposible citar a todos los grandes creadores que en nuestros días llevan a cabo obras realmente maravillosas. Por ello, nos conformaremos de momento con una pequeña selección realizada por quién les ha escrito estas líneas.



PACO LINARES MICÓ